viernes, 13 de agosto de 2010

Ponerse en la piel del otro- Miguel Dorelo


Ponerse en la piel del otro- Miguel Dorelo

Casi todos aquellos que de alguna u otra forma, simples aficionados, o como profesionales, volcamos nuestras inquietudes, tratamos de transmitir algo o simplemente emitimos nuestra opinión por medio de la palabra, nos resulta complicado ser objetivos, esto es si al término lo entendemos como una manera de mantener la distancia necesaria para que nuestra forma de pensar o nuestros ideales no influya demasiado en la concepción y/o calificación de aquello que pretendemos analizar o simplemente comentar. Llevado esto a la escritura de ficción, repito, sea esto de manera profesional o como en mi caso, aficionada, me lleva a preguntarme y preguntarles, si es posible, conveniente o incluso necesario que aquello que "vive" muy dentro de nuestra mente, que forma parte de nuestro modo de ser y manejarnos en la vida, debe dejarse de lado al sentarnos a redactar un cuento , una novela o una poesía, en suma, como digo en el título "ponerse en la piel del otro".
"Ser" un asesino serial, no escribir sobre un asesino serial, "ser" un santo, no redactar algo sobre un santo, "ser" de izquierda y reflejarlo, y en otro cuento "ser" de derecha y hacer lo mismo. A veces ser una dulce y bondadosa persona, en otras un reverendo hijo de puta. Ser esperanzador y ser apocalíptico. Ser un hombre, ser una mujer, ser un anciano y ser un niño.
Alguno que esté leyendo esto y que tenga o haya tenido la inquietud de transformar en palabras escritas una idea o un argumento , que lo ha plasmado en su blog, publicado en una página profesional o ha logrado que llegue a la imprenta y haya sido editado en forma de libro o revista, dirá que es de lo que se trata, pero ha lo que me refiero es dejar totalmente la subjetividad de lado ( si esto fuera posible), ya que si esto fuera lo habitual como suele creerse, no habría, por ejemplo, escritores catalogados como de izquierda o de derecha, como progresistas o conservadores.
Personalmente creo que esto, dejar de lado nuestro propio yo al momento de escribir, es un buen ejercicio, y que ser un poco cada cosa un cada relato que encaremos y escribirlo desde un punto de vista que va a contramano de nuestra propia visión ideológica, nos enriquece como escritores y como personas. A muchos otros les parecerá que es mucho mejor el método inverso: poner toda nuestra idiosincrasia a favor de la escritura, potenciarnos en algún personaje, recalcar nuestros ideales, que las situaciones y los personajes de nuestras historias dejen bien en claro quienes somos y que opinamos sobre tal o cual situación. Personalmente me inclino a pensar que esto es un error en el que muchas veces he caído: el lector debe identificarse con los personajes o la trama y en lo posible “creer” en ellos. Cuando el autor está demasiado presente es cuando se generan “guetos de lectura” y se suele caer en peligrosos hábitos de “lecturas por autor”, que aunque no sea del todo malo limita esa apasionante aventura de investigación o búsqueda de nuevas formas ( de escritura o lectura) que a la larga, si es bien aprovechada, resultará en mejores escritores y lectores.

Este comentario ha sido escrito de la forma más objetiva que pude. Seguramente tendré que practicar y mejorar, ya que mucha subjetividad se debe haber colado, aún sin mi consentimiento.

Muchas gracias por su atención.

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